Colegio Seráfico San Francisco Solano
- AR-S-AHCSC.82119130/CSC//Vidareligiosaregular/FormRelig
- Entidad colectiva
- [c.1935] - [c. 2007]
si bien a lo largo de su trayectoria histórica el cenobio, en su carácter instructivo, fue variando lo que hoy podríamos llamar “currícula”, hemos detectado en la documentación la representación de un sistema de trasmisión del saber con etapas de instrucción que permanecieron sin significativas modificaciones estructurales, dado el respeto por la aplicación de las normativas explicitadas en los libros de gobierno de la institución.
El recorrido formativo de quienes ingresaban a la vida religiosa se podría dividir, hasta nuestros días, en dos grandes grupos: el de los hermanos (conocidos antaño como donados o legos) y el de aquellos que se consagraban al ministerio del sacerdocio. Si bien cada una de estas elecciones de vida consagrada requerían de diferentes niveles de formación, la misma se distinguía en dos aspectos fundamentales, la disciplinar y la intelectual. La primera de ellas refería a la transmisión del conocimiento, los procedimientos y de los modos de comportamiento en la comunidad, mientras que la segunda se focalizaba en el estudio de la Teología Dogmática, Moral Cristiana, Derecho Canónico, el conocimiento de la Regla, la documentación pontificia y en la historia de la Orden, todo ello con el fin de ejercer correctamente la labor ministerial. El estudio o formación constante de los religiosos en las materias detalladas, exceptuando a los hermanos legos (aquellos que no han sido ordenados sacerdotes) y donados (aprendiz de los anteriormente mencionados), era una condición obligatoria mencionada en los documentos normativos, debido a su rol de lectores y educadores durante las conferencias.
Según lo extraído del Libro [Registros de los individuos de este Colegio, y sus cualidades: Partidas de Hábito y de Profesión…1810 hasta 1860] el primer maestro de novicios detectado hasta el momento fue Fr. Juan Ramón de Cárdenas, cuya firma mencionando el citado cargo aparece refrendando una partida de hábito el 08/11/1810; y de acuerdo a lo especificado en el “Libro 1 de Acuerdos de Discretorio”, la primera vez que se elige a un maestro de novicios separado del cargo de vicario fue el 21/11/1813, siendo beneficiario Fr. Francisco Morel. De este dato se presupone que anteriormente dichos cargos se debían desempeñar de manera conjunta.
En 1895, a partir de los nuevos Estatutos Municipales y remitiendo a los establecido en las Constituciones Generales, se ordenó la creación del Colegio Seráfico San Francisco Solano, anexo al edificio del Convento San Carlos, el cual tenía un Rector y un Prefecto de estudios, con relaciones y atribuciones específicas respecto al guardián, el discretorio y el resto de las comunidad.
Más tarde, en 1914, se deja constancia en una nota de visita del 29/01, hallada en el “Libro 3 en el que se asientan las Elecciones Capitulares y los Decretos de Visita 1877-1930”, firmada por Fr. José María Bottaro, Definidor General y Comisario Visitador de los Colegios y Conventos de esta República y por Fr. Santiago Barilaro, Pro Secretario, la siguiente decisión: “... por muchos conceptos, venerable Convento, ha sido designado para constituir en él el Colegio Seráfico y el Noviciado. (...) Se le confía nada menos que la formación tanto religiosa como científica de la juventud (...)”.
Durante gran parte del siglo XIX y mediados del siglo XX, las etapas de formación de aquellos que decidían ingresar a la vida conventual y posteriormente, tras haber concluído el aprendizaje básico, continuar su formación en miras del sacramento sacerdotal se dividían en aspirantado, postulantado, noviciado y coristado. En el transcurso de su educación los estudiantes contaban con la guía y el acompañamiento de un padre maestro de novicios y del padre director.
Aspirantado: se basaba en la formación de niños a partir de los 7 y hasta los 13 años, quienes, en un período histórico, cursaron sus estudios del nivel primario en las dependencias de la Escuela San Carlos, junto a otros compañeros. Los “Frailitos”, como se los denominaba, se encontraban pupilos dentro del espacio del edificio Seráfico, lugar en el que también realizaban actividades específicas para su formación.
Postulantado: abarcaba un año de tiempo de prueba, para continuar o no la vida religiosa mientras el alumno sigue con su formación elemental.
Noviciado: es un período de prueba en el que se adquieren los fundamentos que sostendrán su compromiso. Esta etapa, cuya duración era de un año de adquisición de conocimientos, servía para ordenar la vida del futuro religioso y no para recibir conocimientos estrictamente formales. Durante un año, el novicio estudiaba Práctica de la Virtud, Conocimiento de Dios, Tradición Espiritual Franciscana, además de la Regla, las Constituciones y la Historia de la Orden.
Previamente, los postulantes al noviciado eran evaluados por el Guardián y su Discretorio para decidir su admisión. Sin embargo, al cursar en el Colegio Seráfico eran evaluados por sus catedráticos.
Al final del noviciado, se profesan los votos simples o temporales, por un año.
Coristado: estos estudios eran determinantes para la formación religiosa y en ésta instancia de cinco años se cortaban el pelo en forma de corona y se dedicaban a los oficios del coro. Todos los alumnos debían vestir el hábito por al menos cinco años antes de poder ordenarse como sacerdotes. Se dedicaban al estudio de Humanidades y solo podían pasar a los siguientes niveles (Filosofía y Teología) una vez examinados y aprobados por el Guardián y su Discretorio.
La instancia del estudio de la Filosofía se extendía por un lapso de tres años. Una vez concluida, el estudiante debía continuar su aprendizaje cursando la Teología. La extensión de la misma era de tres a cuatro años y habilitaba el acceso a los ministerios. El del Lectorado y Acolitado pertenecen a las llamadas Órdenes Menores y el del Diaconado y Presbiterado corresponden a las Órdenes Mayores.
Todos los legos y donados transitaban su formación compartiendo materias con los formados del coristado, así como también horas de oración en conjunto establecidas en los estatutos. Hasta los cinco años de vestición del hábito se encontraban bajo la tutela del maestro de novicios.
Los votos solemnes o perpetuos se profesan una vez que el hermano se sienta capacitado y reúna las condiciones necesarias para asumir el compromiso de permanecer en la Orden, este momento varía según cada individuo ya que responde a un período personal en el que es guiado por un acompañante espiritual.
Desde sus inicios y hasta el último cuarto del siglo XX se admitían varones menores de edad en los estudios vocacionales, cursando estos niños y adolescentes, bajo la modalidad de pupilos, los niveles primario y secundario dentro de la Escuela San Carlos. Ya en la década de los setentas sólo podían ser incorporados al Seminario todos aquellos varones que hubieran concluído el nivel secundario y se comenzaron a organizar institucionalmente retiros espirituales esporádicos destinados al discernimiento vocacional de aquellos jóvenes que se mostrasen interesados en iniciar el camino religioso.